
El huracán María (2017) es, sin lugar a dudas, el evento atmosférico que más ha sacudido a Puerto Rico en su historia reciente. Se estima que los daños ascienden a 100 mil millones de dólares y que la isla retrocedió cuarenta años en sus condiciones.
Detrás de los dolorosos escombros que dejó a su paso, se fueron levantando voces con historias que narrar. ¿La razón? Tal vez aferrarse a las palabras para no morir.
Y es que la escritura puede ser un salvavidas, un eficaz medio para sobrevivir la tragedia. Es precisamente esto lo que encontramos en el libro María, muchas historias y la mía, del puertorriqueño Alex A. Claudio Morales.

3 razones por las cuales me gustaron las historias de este libro:
1. El formato
La historia es contada a través de publicaciones en el perfil de Facebook del autor, que vienen a ser historias cortas e independientes. Este modo novedoso de narrar nos hace mirar a los ojos la contradicción en la que nuestro pueblo estuvo sumergido: la carencia/necesidad rampante tras el paso del huracán versus el acceso intermitente a la tecnología que permitió registrar esa carencia/necesidad.
Luego del huracán María, los puertorriqueños no tuvimos acceso a los servicios más básicos, pero algunos sí lograban entrar a las redes sociales para solicitar ayuda, informar que se encontraban con vida o narrar las incidencias desde su ubicación geográfica.
Estas publicaciones del autor nos muestran las diferentes vicisitudes que enfrentó. Al repasarlas, se acercan mucho a lo que vivimos los demás, y duele. Estos recuerdos siempre duelen.
Asimismo, vemos cómo las redes sociales aportaron, de cierta forma, un efecto catártico al soltar en ellas los sentimientos que se apretaban en el pecho.
2. La cercanía
La narración se da de una forma coloquial: un usuario de Facebook compartiendo con sus amigos lo que va aconteciendo en su vida los días siguientes al paso del huracán.
La cercanía con el texto se experimenta desde diversas nociones, ya sea por las incidencias que relata o por las preocupaciones o dolores del autor que resultan familiares.
La historia nos abraza y también permite distraernos con algunas burbujas que ofrece el autor al entrar en aspectos más personales.
De cierta forma, queremos conocer cómo el autor va armando los pedazos de su vida tras la serie de rupturas que supuso el fenómeno atmosférico.
3. La perspectiva
El formato de bitácora en Facebook nos deja ver las perspectivas del autor conforme va pasando el tiempo. Ello nos acerca a la psicología del narrador, a sus vaivenes anímicos, a la desgracia del pueblo encarnada en un hombre protagonista y al puñado de esperanza que se salva incluso cuando nos sentimos templo del desasosiego.
En medio de los estragos y la lenta recuperación de Puerto Rico, vamos conociendo las opiniones del autor con relación a líderes políticos, a los vecinos, a los familiares, a los asuntos del país y hasta de sí mismo.
El huracán es el detonante de la narración, pero hay otros huracanes personales que van acomodando piezas en la vida del autor/personaje principal.
Al final, el libro resulta un repaso doloroso, mas no en el sentido exclusivo de la tragedia. Muchas veces la esperanza duele. Y es ese dolor lo que nos impulsa a cambiar la mentalidad con la que estamos afrontando alguna catástrofe.
