
A veces es imposible leer un libro sin que la impotencia nos carcoma. Y es que la lectura pudiera volverse un reto emocional si la trama es una montaña rusa.
Así ocurre en la autobiografía poética Transversándome (La Casa Editora de Puerto Rico, 2016), del autor queer puertorriqueño José Enrique García Oquendo.
El libro es una propuesta híbrida (poesía y cuento), cuyas páginas albergan un cuerpo que da la batalla contra todas las estructuras de poder que le restringen la libertad.

5 razones por las cuales me gustó este libro transversado:
1. Múltiples influencias
Las letras se ven afectadas por diversas situaciones que enriquecen los modos en que la identidad del protagonista se va armando.
La pobreza, su niñez y desarrollo en el residencial público Manuel A. Pérez, el abuso sexual, la Escuela Libre de Música, la Congregación Mita, la exploración sexual, la Universidad de Puerto Rico, la muerte, el comunismo, el marxismo, las ideas independentistas, las dudas religiosas, las crisis emocionales y las reglas de la sociedad son algunos de los detonantes de esta obra literaria.
A medida que el libro va avanzando, se desata un enfrentamiento entre esa telaraña de influencias y un sujeto que se descubre distinto.
2. Lo político-social
La ruta del libro está conectada a eventos históricos que sacudieron también al país. El autor ha sido parte del Consejo de Estudiantes de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras (UPRRP), la lucha contra la privatización del teatro de la UPRRP en 2006, la Liga Estudiantil, el boicot al local El 8 de Blanco en la Avenida Universidad en Río Piedras —luego de un alegado ataque violento contra una pareja de lesbianas— y de una diversidad de protestas y manifestaciones.
Vemos cómo el cuerpo deja de ser una carne individual para ser símbolo de los estragos que afronta la nación.
3. Lo mediático
Como periodista, no deja de llamarme la atención la manera en que ciertos eventos noticiosos afectaron la poesía de José Enrique. Me refiero a tres asesinatos en particular: el del líder machetero Filiberto Ojeda Ríos en 2005, el del joven homosexual Jorge Steven López Mercado en 2009 y el de la cantautora Ivania Zayas en 2015.
En estos casos, había una conexión especial entre José Enrique y las tres víctimas, ya sea por ideologías o lazos de amistad.
No obstante, se hace complejo cuando los discursos que se defienden son abatidos por la violencia y la negligencia. Aun más, cuando algunos medios de comunicación culpan a las víctimas en sus narrativas durante el proceso de recrear los hechos. Esa frustración también se apalabra en Transversándome.
4. La diversidad sexual
El libro nos presenta a Jonathan, un joven que llegó a la vida del autor protagonista para alumbrar y dejar a oscuras. El amor versus el dolor. El sexo versus el dolor. O el amor/sexo abrazado por el dolor.
Algunos de los poemas de la antología nos dan a probar ese dolor que se queda después del último abrazo que no sospechábamos; ese dolor particular que despelleja cuando el otro vive en el clóset y es objeto de manipulación constante.
La obra defiende la diversidad sexual, que se da en manifestaciones homosexuales como transexuales. No obstante, José Enrique se viste y se traviste de modos diversos a través de las páginas del libro.
5. Roba el aire
Para leer Transversándome hay que saber respirar profundo.
No acostumbramos inhalar fuerte ni agarrar bocanadas profundas de aire. Sin embargo, la única forma de salir vivos de este libro es haciendo el ejercicio hondo ante el atropello al que pareciera estar condenado el protagonista.
Y es que si se tiene un poco de conciencia, la historia nos lastima. Porque pone ante nuestros ojos los efectos nocivos de las construcciones sociales. Porque nos muestra que una persona sensible sufre más. Porque nos confirma que el proceso de armar la identidad es doloroso, pues conlleva romper ciertas columnas vertebrales que históricamente nos han propuesto como sostén.
La lectura resulta una invitación a la libertad; a descubrir lo que hay debajo del ropaje que la sociedad nos pone y así llegar al otro lado de nosotros mismos.
